A medida que la población mundial envejece y el personal médico se reduce, el uso inteligente de la tecnología en cuidados intensivos será fundamental. Getinge está impulsando la evolución de unidades de cuidados intensivos (UCI) más inteligentes y holísticas. La forma en que todos estos sistemas altamente complejos funcionan juntos requiere replantearse la manera en la que los proveedores de cuidados intensivos utilizan la tecnología.
«El mayor reto de las UCI hoy en día es la creciente complejidad de la demografía de los pacientes y la falta de recursos para cuidarlos», afirma Jennie Haag, directora de Gestión de Productos de Ventilación del proveedor sueco de equipos médicos Getinge. «Nacemos antes y vivimos más tiempo que nunca, y, obviamente, eso es algo maravilloso, pero también conlleva retos».
Haag señala un hecho indudable para los profesionales de cuidados intensivos. Según la Organización Mundial de la Salud, la población de personas mayores de 65 años alcanzará los 800 millones en cinco años. Esto representa aproximadamente el 10 % de la población mundial. También es el caso de los pacientes mayores de 65 años, que representan más del 50 % de los ingresos en las UCI.
Aunque hoy en día consideramos que la medicina está bastante avanzada, en realidad, los proveedores de atención médica son cautos a la hora de adoptar la revolución digital que transforma el mundo empresarial, con buenos motivos para ello. Una cosa es confiar el número de tu tarjeta de crédito en una plataforma que automatiza un proceso de pago, y otra muy diferente es confiar tu vida a una plataforma que automatiza la supervisión de las constantes vitales. No obstante, la transformación se está produciendo y las UCI se beneficiarán enormemente, ya que se enfrentan al doble desafío de las poblaciones de pacientes cada vez más mayores y al tamaño cada vez más reducido del personal.
Por ejemplo, las técnicas de monitorización avanzadas ofrecen al personal médico más información instantánea que nunca. En lugar de limitarse a la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea, el personal médico de hoy en día puede evaluar la química sanguínea, el volumen de aire que se mueve a través de los pulmones, las pequeñas contracciones en el diafragma que indican la necesidad de respirar, la actividad cerebral y la funcionalidad de los órganos, entre muchas otras cosas.
Este mayor nivel de información permite al personal médico diagnosticar y tratar a pacientes con mayor especificidad. Durante décadas, los avances de la medicina basada en evidencias han permitido que el personal médico comprenda mejor la eficiencia y eficacia de los tratamientos a nivel de población. Pero, como le gusta decir al Dr. David A. Kaufman, Medicina Pulmonar y de Cuidados Críticos en la Facultad de Medicina de la NYU en Nueva York: «En última instancia, cada paciente es su propio universo».
«Hablamos de información que ayuda al personal médico y de enfermería a sintetizar no solo cómo funciona un sistema de órganos, sino el funcionamiento conjunto de los mismos», afirma Kaufman. «Creo que la monitorización avanzada de los pacientes tiene el potencial de permitir que las personas que ofrecemos atención directa podamos hacernos una idea más clara de lo que le ocurre al paciente y cómo interactúan las diferentes intervenciones. Realmente nos permite ofrecer una atención personalizada al paciente y adaptar nuestra atención en tiempo real».
No obstante, la monitorización avanzada contribuye a otro problema al que se enfrentan los profesionales de cuidados intensivos a diario: la sobrecarga de información. Si tomamos todos esos sensores y monitores y los multiplicamos por el número de pacientes de una UCI, es muy difícil saber a que hay que prestar atención
«Trabajamos con miles de datos, y nos gusta pensar que sabemos cuáles de ellos son importantes y cuáles no», explica Kaufman. «Pero recopilamos tanta información que distraerse resulta muy sencillo. Es muy fácil seguir callejones sin salida».
Según Kaufman, esto es aplicable a todas las monitorizaciones, ya sean avanzadas o básicas. Cualquier equipo, utilizado indiscriminadamente, puede crear «ruido» en el flujo de información que el personal médico trata de evaluar. Por este motivo, las mejoras cualitativas en el control son más valiosas que las cuantitativas.
«Cuando se utilizan con prudencia, en la situación adecuada, los monitores avanzados de los pacientes pueden ayudar a superar esa gran cantidad de información mala o cuestionable que a menudo recibimos en la UCI», afirma Kaufman.
No se trata solo de una monitorización más clara; el contexto y la comunicación son fundamentales. Por ejemplo, Getinge también está diseñando interfaces más inteligentes que permiten al personal médico y de enfermería comprender rápidamente toda la información que se les presenta. Así, los profesionales médicos pueden dedicar menos tiempo a responder a los equipos y más tiempo a centrarse en las necesidades del paciente.
Los cuidadores deben responder ante muchas situaciones. Hoy en día, la UCI es un maremágnum de monitores y alarmas que parpadean y pitan, algo que puede desorientar a cualquier profesional.
Es como un coro de grillos en el bosque en septiembre. El sonido pasa prácticamente desapercibido. Es un ruido de fondo constante en el entorno en la UCI.
Los niveles de contaminación acústica y el número de alarmas que se activan en las unidades de cuidados intensivos a menudo superan los niveles aceptables y exceden ampliamente las recomendaciones internacionales. Se ha informado de que los niveles medios de contaminación acústica durante el día son de alrededor de 60-65 decibelios, con niveles pico de hasta 80-90, un ruido similar al de estar cerca de herramientas eléctricas en uso.
Las investigaciones demuestran que las unidades de cuidados intensivos con niveles de contaminación acústica más bajos podrían ofrecer mejores resultados a los pacientes y mejorar la situación de sus familiares y cuidadores. Por este motivo, Getinge, junto con socios de otros sectores, está trabajando codo con codo con médicos e investigadores para hacer realidad la visión de una UCI silenciosa en el futuro.
Las alarmas incesantes afectan tanto a los pacientes que intentan descansar como al personal médico que intenta cuidar de ellos. La «fatiga de las alarmas» al final de un largo turno puede hacer que personal médico y de enfermería normalice las alarmas y no reaccione ante ellas. Por lo tanto, los fabricantes de equipos están recurriendo a alarmas más inteligentes. Algunas se activan visualmente o con señales hápticas (como un teléfono con vibración). Otras se están convirtiendo en remotas, por lo que la alarma se activa en el puesto de enfermería o en un dispositivo portátil fuera del alcance auditivo del paciente.
La creciente tendencia de la industria de dispositivos de control remoto y visualización aportará muchas otras ventajas. Las pantallas de datos remotos, por ejemplo, permiten que asesores altamente capacitados que pueden no estar en la misma ciudad dispongan de información en tiempo real sobre el caso de un paciente. El control remoto de las máquinas también permite al personal médico y de enfermería reducir su exposición a situaciones altamente infecciosas. En esos casos, cuanto más puedan hacer desde el exterior de la habitación, mejor. El control remoto también permite al personal médico o de enfermería responder a las necesidades inmediatas del paciente A incluso estando ante la cama del paciente B.
Todas estas tecnologías pueden hacer que la UCI sea más silenciosa, pero solo si existe un alto nivel de integración entre los dispositivos. Pocos hospitales están interesados en disponer de un único proveedor de equipos, los administradores quieren tener la libertad de adaptarse a medida que muchas empresas proveedoras dispongan de tecnologías nuevas y mejoradas. Para las UCI, esto implica encontrar formas de que todas esas máquinas, fabricadas por diferentes proveedores, se comuniquen entre sí para contextualizar los datos y optimizar los flujos de trabajo.
Esto será importante en el futuro, porque se está produciendo otro cambio demográfico en la atención sanitaria: al tiempo que la atención se vuelve más compleja, el número de personal de enfermería disponible para ayudar a proporcionarla se reduce. Los investigadores prevén que un millón de enfermeros y enfermeras se jubilarán antes de 2030, a pesar de que la necesidad de más ayuda en la UCI aumente. Otros estudios han demostrado que añadir solo un paciente adicional a la carga de trabajo de un enfermero o enfermera de la UCI aumenta la probabilidad de muerte entre esos pacientes en un 7 %.[1]
Para que los hospitales puedan tratar a más pacientes con menos personal de enfermería, los proveedores de cuidados intensivos recurren a la tecnología para optimizar los flujos de trabajo. Los dispositivos deben estar conectados y comunicarse para dar sentido a los diferentes flujos de datos generados por un paciente enfermo. Y esos datos deben ser fáciles de leer y deben entenderse rápidamente. Los estudios han demostrado que los dispositivos pueden reducir la carga de trabajo cognitiva de los proveedores de cuidados intensivos simplemente mostrando todos los datos en una plataforma, de modo que el personal médico y de enfermería no pierda tiempo ni atención mirando las diferentes pantallas de la habitación.[2]
«El personal médico afirma que ve un aumento de los pacientes y menos personal para atenderlos. Tienen que hacer más con menos», comenta Jennie Haag de Getinge. «Tratamos de ayudarles a mejorar su flujo de trabajo y proporcionarles información más útil. Los servicios de automatización ayudan mucho al personal médico a centrarse en el paciente, en lugar de en el equipo que utilizan».
La información digital también está evolucionando no solo para mostrar a los médicos y médicas lo que está sucediendo, sino también para ayudarles a decidir qué debe suceder a continuación. La inteligencia artificial puede ayudar con la gestión de alarmas, por ejemplo, analizando el estado del paciente cinco, quince o sesenta minutos antes de que se active una alarma y «comprendiendo» cuál debería ser la respuesta a una alarma: más oxígeno, menos medicación inhalada, un aumento de fluidos, etc. La IA también ofrece la posibilidad de confirmar las decisiones de los médicos. Con toda la información generada por los sensores en el paciente o dentro de él, la IA puede crear árboles de decisión que sugieran al personal médico qué hacer a continuación.
«En el futuro, creo que la digitalización y, especialmente, la inteligencia artificial desempeñarán un papel importante a la hora de respaldar la toma de decisiones en muchas situaciones de tratamiento clínico», afirma Jens Viebke, presidente de Tratamientos de Cuidados Intensivos de Getinge. «El personal médico recibirá sugerencias de la inteligencia artificial sobre cómo tratar a un determinado paciente».
El flujo de datos de los sensores que monitorizan los ventiladores, la frecuencia cardíaca y la presión arterial, la química sanguínea y muchas otras señales se pueden sintetizar y procesar mediante un ordenador mucho más rápido que la mente humana.
«Deberíamos ser capaces de ofrecer análisis y asesoramiento en tiempo real sobre cómo cambiar el curso de un tratamiento de ese paciente en particular», comenta Viebke. «Creo que en Getinge podemos mejorar en gran medida la carga de trabajo del personal médico con más herramientas de apoyo a la toma de decisiones y funciones automáticas para facilitar los procedimientos complejos».
Individualmente, estos detalles son pequeños, pero es probable que la UCI del futuro presente una mayor demanda a medida que nuestra población envejece y los casos sobrecarguen los escasos recursos de personal. Al mismo tiempo, nuestra capacidad para recopilar información sobre pacientes en estado crítico seguirá expandiéndose. Tendremos que encontrar la manera de mantener vivos a nuestros pacientes más críticos.
«Creo que solo hemos comenzado el viaje hacia lo que la digitalización realmente puede ofrecer a la atención sanitaria», afirma Viebke.